Siempre fui una chica llenita y mientras crecía, eso fue convirtiéndose en un complejo. Sentía que mis brazos y mis piernas estaban grandes y los otros niños, incluso mis familiares se burlaban de mí y me llamaban “pelota”, “bombita”, “cachetona” y cosas así.
Ser bella y saludable significa amarte a ti misma
Estos complejos se hicieron más grandes en la adolescencia, todas las niñas querían ser flacas modelos y yo secretamente deseaba lo mismo. Fue entonces cuando caí en medidas desesperadas: comencé con dietas extremas, seguí con pastillas y suplementos que no me hacían mucho bien y terminé en una serie de desórdenes alimenticios.
¡Gracias a dios que cuando me gradué, entré a trabajar como “community manager” de una empresa de ropa para mujeres llenitas! Ahí descubrí que se puede amar tu cuerpo, sin importar como luce. Estaba impresionada de los mensajes positivos de otras mujeres como yo que habían aprendido a aceptarse tal cual eran. Entonces, ya conociendo un poco más de ese medio, comencé a ir a sesiones de terapia y reuniones de grupos de ayuda que me ayudaron a dejar atrás el odio que le tenía a mi cuerpo y comenzar a aceptarme.
Así pasé dos años, en ese proceso de amor propio y me fue bastante bien. Me animaba a usar vestidos y camisetas sin mangas, me tomaba muchas selfies y me dejé de preocupar en general por lo que los demás pensaban, pues yo estaba feliz conmigo misma.
Sin embargo, en Septiembre de ese año me mandaron a trabajar a casa y pasaba largas jornadas frente a la computadora, sin salir mucho y comiendo cuanta comida chatarra tenía al alcance y subí aún más de peso. Ahora, el problema era otro. Ya no era una cuestión de si me quería a mí misma o no… bueno, quizás sí, pero ahora era una cuestión de salud: me cansaba de caminar por mi calle, de subir escaleras, en las noches me daban migrañas y me faltaba energía hasta para ver a mis amigas o a mi novio. ¡Eso tenía que parar!
Aún cuando había aprendido a amar a mi cuerpo, no sabía cómo tratarlo adecuadamente. Para mí, en mi cabeza, comer ensalada era para chicas delgadas, no para mujeres como yo y tenía el estigma de que hacer ejercicio sólo servía para intentar estar delgada y escultural. ¡Estaba muy equivocada!
Quiero aclarar, antes que se tome a mal lo que digo, que no estoy diciendo que los grupos de autoaceptación te cieguen a estas verdades. ¡Al contrario! El problema somos nosotras que no sabemos todas las formas que hay para amar tu cuerpo. Ellos nos dicen “ama tu cuerpo sin condiciones”, pero es nuestra culpa si entendemos “come lo que quieras, sin consecuencias”.
Entonces entendí que amar mi cuerpo es respetarlo y cuidarlo como es debido, es una expresión de amor y salud a mí misma, no una venda que me mantenga en negación. El problema está en que tenemos una cultura que exalta el “estilo de vida saludable” como una antitésis de poder estar llenita y no es así. Descubrí que mi cuerpo es de una manera y no lo puedo cambiar y aunque comer bien y hacer ejercicio nunca me van a llevar a una talla cero (ni yo quisiera serlo), también me mantienen saludable, con bonita piel y simplemente evitan que me canse con barrer la casa.
Tal vez vaya a ser la chica llenita el resto de mi vida y estoy feliz con eso, pero no quiero que eso me cause enfermedades o limite mi estilo de vida divertido y activo. Amar mi cuerpo también es cuidarlo lo mejor que pueda. ¡Ahora todo tiene sentido por fin! ¡Al fin estoy tratando mi cuerpo con el amor y el respeto que se merece! Tanto estética como saludablemente.
Amanda P.