No podemos frenar el paso del tiempo, no importa que tanto nos esforcemos. Aún con las técnicas más avanzadas de rejuvenecimiento y cirugías estéticas, sólo podeos posponer o revertir temporalmente lo inevitable. Famosas como Madonna son un vivo ejemplo los resultados que tiene el buscar una eterna juventud; sin embargo, poco a poco tendremos que aceptar la realidad, ya que estos cambios no sólo son externos y de nuestra apariencia, sino que también involucran el funcionamiento de nuestro cuerpo.

“Nadie se baña en el mismo río dos veces” - Heráclito

Los 20’s, la flor de la vida

En los 20’s, la sexualidad de la mujer está en su gloria, esta es la época en la que el deseo sexual está siempre (o casi siempre) despierto.

También es cuando debemos comenzar los cuidados íntimos ya que la humedad de las actividades físicas como el deporte pueden generar enfermedades. Lo recomendable es bañarse usando un gel específico de pH 4.5 y 5, para evitar la reducción en la producción natural de ácido láctico, un protector frente a las infecciones.

Es en los 20’s cuando comenzamos a tener y se nos acentúan las curvas naturales del cuerpo. Se da un incremento en el tejido adiposo, la grasa natural del desarrollo humano, en busto y caderas.

Sin embargo, hay que prestar especial atención a la piel, ya que todos los daños y los cuidados que no tomemos en esta etapa, repercutirán hasta los 40’s, convirtiéndose en más arrugas, más manchas y más flacidez. Es muy importante comenzar los cuidados activos antes de los 30’s, hidratando, nutriendo y protegiendo la piel del sol.

Los 30’s, el punto crucial de los cuidados

Es común que muchas mujeres experimenten acné adulto, debido al estrés y a los contaminantes que están expuestas y que evitan que el exceso de grasa pueda salir de la piel. Por ello, se vuelve más importante que nunca limpiar la piel día y noche, preferentemente con una crema limpiadora que tenga propiedades queratolíticas.

Una buena opción para ti es el Clarifying Cleanser de Medicalia, un limpiador astringente y queratolítico con ácido cítrico y aceite de hinojo. Frescura 24/7 y limpieza efectiva.

También, comienzan cambios hormonales importantes, especialmente si es en esta década cuando tenemos nuestro primer embarazo. El pecho comienza a experimentar cambios de tamaño y caída natural. Es en esta década cuando la piel del cuerpo comienza a perder firmeza, por la baja en la producción de colágeno.

Otra de las cosas a considerar al estar en tus 30’s, es que ya no es tan fácil bajar de peso, especialmente si no haces ejercicio regular y tu alimentación no es la ideal. La grasa comienza a acumularse en muslos, glúteos y abdomen y si no tenemos cuidados, podemos perder la guerra contra la balanza.

Los 40’s, nos llega la factura

En los 40’s es cuando veremos los resultados de que tan bien o mal nos cuidamos durante nuestra juventud, tanto en la silueta como en la condición de la piel. En esta etapa suelen comenzar los primeros indicios previos a la menopausia y embarazarse a esta edad es muy riesgoso y complicado. También, ya terminados los 40’s se pueden presentar indicios de alopecia (calvicie) esporádica, en diferentes zonas de la cabeza debido al adelgazamiento de los folículos capilares y nuestros cambios hormonales.

Los 50’s la etapa difícil

Debido a la baja de estrógenos, hay una inevitable pérdida ósea, lo que nos causa huesos más frágiles y osteoporosis. Por eso es importante tener una alimentación rica en calcio o, en su defecto, suplementos para este fin.

Comienza la apatía sexual, el decaimiento, el insomnio y el aumento de grasa corporal por todos lados, todos las consecuencias postclimaterio (después de la menopausia). La piel se vuelve más delgada y se reseca ya que hay menos colágeno.

Los 60’s, terminan las complicaciones

Como se detienen todos los cambios hormonales, podemos aceptar el cuerpo tal cual es, disfrutando un poco la estabilidad que ahora tiene. Si bien el cabello adelgaza más, hay una disminución significativa del apetito sexual y las arrugas se vuelven mucho más pronunciadas, es una edad en la que comúnmente regresamos a una cresta de felicidad, pues comenzamos a dejar de prestarle tanta atención a la apariencia del cuerpo (sabiendo que la juventud quedó muy atrás) y a disfrutar de nuestra familia, tiempo libre y los frutos de nuestro trabajo duro de toda la vida.